La manta y el abuelo
- Padre, si se va el abuelo
no le dé entera la manta.
Coja usted el cuchillo y corte
que con la mitad le basta.
- ¡Ten compasión, hijo mío!
Mira que está vieja y mala.
- No importa, padre, no importa.
Otras peores se gastan y...
la otra mitad restante,
así podrá usted guardarla
para cuando sea abuelo
por si acaso lo despachan.
Lloró abrazándole el padre
y el abuelo quedó en casa.
Mas, no espere buenos frutos
quien da malas enseñanzas.